Estrés, enemigo número uno de la piel


El estrés aumenta la liberación de sustancias, la histamina y la adrenalina, entre muchas otras, que sensibilizan la piel, aumentando las rojeces y la congestión facial. Está demostrado que la barrera cutánea de las personas que están sometidas a un alto nivel de presión tarda tres veces más en restablecerse. Esa es la razón principal por la que la piel está más desprotegida frente a las agresiones del exterior -los cambios de temperatura, el sol, la contaminación, etc.-. Podría ser de gran ayuda empezar a  utilizar una crema hidratante enriquecida con activos, como el extracto de rusco o la manzanilla, que ayuden a mantener las rojeces bajo control. A la menor señal de enrojecimiento o de bochorno, va muy bien pulverizar agua termal por el rostro. Por su riqueza en sales minerales y oligoelementos, esta refrescante loción calma y protege las pieles irritadas o sensibles.




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