Mascarillas: sácales más partido

 


Lo ideal es aplicar la mascarilla después de haber exfoliado la piel porque, al eliminar las células muertas, los activos de la mascarilla actúan en profundidad. La hora del baño es otro excelente momento. Los vapores del agua abren los poros de la piel, lo que mejora el nivel de absorción de los compuestos. Una forma alternativa de lograr ese mismo efecto, si no tienes bañera o tiempo para darte una ducha, es empapar una manopla con agua caliente, llevarla al rostro y mantenerla durante un minuto para, acto seguido, extender la mascarilla. La noche, por cierto, es el momento ideal para ofrecer a tu piel esa hidratación intensa adicional, puesto que es cuando las células cutáneas se encuentran más receptivas a los tratamientos de belleza antiedad o regeneradores.


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